Gitana mía
Conocí a tu padre hace ahora treinta años. Yo estaba sentada
en una terraza al sol, en la Plaza de las Minas. Él tocaba una guitarra en la
misma plaza, con la funda de la guitarra abierta a sus pies, recogiendo las
pocas monedas que los transeúntes querían echar. Recuerdo qué tomé esa tarde:
dos cafés, una cocacola y una copa de licor de miel. Cuatro horas escuchando a
tu padre tocar, esperando que terminase su turno para ver si con algo de
suerte, reparaba en aquella chiquilla de veintidós años que había consumido más
cafeína de la cuenta sólo por oírle tocar.
Cuando terminó se acercó a mi mesa. Me invitó a cenar con lo que había
sacado tocando aquella tarde. Una ración de queso y otra de boquerones fritos.
Aquella misma noche hicimos el amor por primera vez.
El tenía diez años más que yo. Me contó sobre Carmen, su primera mujer a la que perdió tan sólo un año después de casarse. Supe que a mí nunca me amaría igual que a ella. Vi la cicatriz en su corazón, que seguía doliendo a pe…
Aquella misma noche hicimos el amor por primera vez.
El tenía diez años más que yo. Me contó sobre Carmen, su primera mujer a la que perdió tan sólo un año después de casarse. Supe que a mí nunca me amaría igual que a ella. Vi la cicatriz en su corazón, que seguía doliendo a pe…